Habrías de
estar solo todo el día
De morir
renuente a la soledad,
De
soledades pedir limosna de voces con que acompañar el pan
Habrías de
sentarte en la banca de aquel parque
Mirar a
las parejas que famélicas se arrancan la piel de los labios
Y observar
como los escarabajos hallan consuelo mientras tanto
En el calor
de la cicatriz en tu brazo, en el agujero que cargas en el pecho
Habría que
volver la mirada de vez en cuando
Cuando es
insoportable tener abiertos los ojos sin llorar
Tenderse
boca abajo en el suelo de las conversaciones ajenas
Oír la
voz cercana y desconocida de una mujer que al teléfono pregunta:
“a que
hora volverás a casa” y querer atravesar con los dedos su mejilla desnuda
Y decirle
al oído “muy pronto”.
Habría que
ser como todos, acaecer en el mundo, carecer del alma
Preocuparse
por el estado del clima, por cuantos minutos le quedan al medio día
No dejarse
envolver por cuantas hojas caen del árbol hueco y podrido
En que
ya nadie busca sombra o consuelo
No ceder
a los temblorosos espasmos de las pisadas propias
Del
trote pesado y tedioso en que ningún paso te persigue
Habría entonces
que dejar de estar solo.
Habría tantas
cosas que hacer de no perderse tembloroso
Desfallecer
en la avenida, soñar el desmayo, añorar el suelo húmedo
Cargando
el asfalto hirviente entre los dientes hechos un guiñapo de mármol,
Y arañar
el pavimento con los ojos secos, darle
de beber al drenaje
Darle sangre
tibia que sacia la sed de la ciudad marchita
Habría que
buscar la compañía de otro modo
Que tenderse
muerto boca arriba, saciada la garganta en saliva aguardentosa
Con los
ojos al revés y la caja del abdomen dando de brincos
Y la
lengua entre los labios, trapo de sangre, chorro de tinta en el lienzo de la
camiseta
Sentir entonces
el rugir de los relojes, de zapatos y teléfonos móviles
Hallarse
rodeado de cientos de ojos, de bocas repugnantes que gritan tu muerte
Murmullos,
círculos humanos que no te quitan la mirada hasta arrebatarte todo
(El alma
del cuerpo, tres monedas y una caja de cigarrillos)
Habría que
haberse quedado solos, solos
Y morir
de indiferencia poco a poco.
(portada del gran disco Aqua Lung de Jethro Tull)