Es que no se puede dejar de pensar en el sol
En el calor de media tarde que arrastra consigo los
humores del asfalto
Y el hedor nauseabundo de los animales muertos a la
sombra de un puente peatonal
O en el viento caliente y sucio que se te mete por la
garganta y te reseca el ánimo de hablar
El sol, madre de los alacranes que pululan en la arena
Lupa invisible que envuelve en cristal sofocante y guinda
todo lo que toca
El sol que levanta su mirada incesante
Y centra su ojo invisible en tus mismos ojos
Quemando el callejón que era nuestro para hacer poesía
Tu parque en que nos perseguimos empapándonos con un balde
Consumiendo calles iluminadas donde caminaste amarrada a
mi brazo
O el corredor estéril y silente donde nos despedimos
El sol grita y ruge sobre el mundo (plazas, bibliotecas
vacías, fuentes y salas de cine)
Se devora el cielo y seca los mares, se reproduce en las
fogatas
O en los ojos de los que mueren con el alma henchida de
pasión
El sol nos ha secado las lágrimas y la antes húmeda
pasión del sexo
De nosotros no queda sino resequedad en la lengua
El humor del asfalto quemado y los amores muertos
Muertos como perros flacos devorados por las larvas
Rondados por moscas que nacen al calor de Marzo…