miércoles, 24 de octubre de 2012

Describir el alma





A veces te quiero, te siento profundamente cuando la razón lo permite
Ruidosamente te busco, cada tres pasos me silencian, me ahogan la voz en charcos de arañas
En ocasiones dibujo con los dedos en el cristal, las perlas de tu boca, el minuto de tu abrazo
Luego un relámpago, chorro luminoso de sangre que me incendia febrilmente el juicio
Impetuoso, no es más que tu silencio de piel, que me envuelve el pecho en abrazo mordaza

Armoniosa gota, tu cordura de cuenca que me das a beber cuando apremia esta sed
Rampante sed de espacio, materia, ser escuchado, sed de calor y comprensión
Estas desbordando en fuente el cántaro de tu presencia, se vuelve pájaros, trozos de papel al viento
Liviano tu amor me atraviesa el cuerpo, tiene manos en lugar de labios
Invisibles dedos que traspasan mi vientre, que me encuentran el alma perdida en mis entrañas

Al cerrar la puerta del día, me haces crecer brazos, me brota un corazón del pecho
Reptan fuera de mí el dolor, las ganas de no levantar la mirada al sol
Escupo toda conformación, yagas que reptan fuera de mi lengua hacia el pavimento
Lo único que me queda esta en tu ser, frente a mí, en este instante que ondula el cielo
Insaciable de volverte musa, mis labios tiemblan gestos que se creen palabras, mariposas

Palabras, trémulos pedazos de nada que te cantan esta locura:

“Tu voz serena y cadente, pequeña como tu abrazo que es enorme a mis ojos
Cabellos, negros riachuelos que te cubren el rostro, manos que tibias y seguras, me señalan la vida
                                                             (Y la vida que apunta a tu dedo sintiéndose honrada)
Ojos que escondes hermosos bajo el cristal, que hermosos tiemblan como el agua en un manantial
Labios delgados, intangibles cerezos que me han regalado tu risa sin parpado
                                                           (Y este ojo sin labios que no hace sino mirarte y quedarse mudo)
Carne, huesos, piel, alma de ninfa encerrada en un diamante finito que es tu cuerpo
Y este demente que por primera vez se jacta, se contenta
                                                          (Se crea, se trastorna, hace por no morir en estas líneas)
Porque te he descrito el alma como seguramente nadie ha podido
Como seguramente nadie podrá”

martes, 16 de octubre de 2012

Moscas





Hay un trozo de carne sobre la mesa
Cubierto de moscas, moscas luchan por vivir del plato
Se van enredando al aire en la cocina
Mutan, vuelven en estambre negro de membranas doradas
Devoran, gimen espumosas, cantan un himno grotesco de alas supersónicas

En la punta del lóbulo anidan, se comprimen
Entre los huecos del costillar, donde el corazón se oculta a ratos
Incuban zumbantes camadas de tinta semoviente
Llenan la cuenca del lavabo, el lavabo del ojo
El paladar del perro ladra moscas, surcan sus fauces, las rellenan
Le ahogan la lengua que sabe a sangre licuada de sus vientres negruzcos
Y en mis labios, silenciosos, empapados de mosca, ya no de vodka, ya no de cordura

Se dispersan en pares, triadas,
Olas, cardúmenes,
Charcos, pinceladas  
Devoran la costra que mana pus al codo
Le arrancan los pocos pedazos de cerumen, de costra que le quedan al niño
Niño terrible, niño estúpidamente muerto sin madre ni piel
Pedazo de nada que hace por arrastrarse hacia mi cama
Monton de huesos que las moscas pintan de negro.

Y la carne en la mesa es ya un manojo blancuzco de larvas temblorosas
Rápidamente me incorporo
Carajo… ¿ya es martes?
Habrá que salir a comprar más carne.