Hay un trozo
de carne sobre la mesa
Cubierto de
moscas, moscas luchan por vivir del plato
Se van
enredando al aire en la cocina
Mutan, vuelven
en estambre negro de membranas doradas
Devoran, gimen
espumosas, cantan un himno grotesco de alas supersónicas
En la punta
del lóbulo anidan, se comprimen
Entre los
huecos del costillar, donde el corazón se oculta a ratos
Incuban zumbantes
camadas de tinta semoviente
Llenan la
cuenca del lavabo, el lavabo del ojo
El paladar del
perro ladra moscas, surcan sus fauces, las rellenan
Le ahogan la
lengua que sabe a sangre licuada de sus vientres negruzcos
Y en mis
labios, silenciosos, empapados de mosca, ya no de vodka, ya no de cordura
Se dispersan
en pares, triadas,
Olas, cardúmenes,
Charcos,
pinceladas
Devoran la
costra que mana pus al codo
Le arrancan
los pocos pedazos de cerumen, de costra que le quedan al niño
Niño terrible,
niño estúpidamente muerto sin madre ni piel
Pedazo de nada
que hace por arrastrarse hacia mi cama
Monton de
huesos que las moscas pintan de negro.
Y la carne en
la mesa es ya un manojo blancuzco de larvas temblorosas
Rápidamente me
incorporo
Carajo… ¿ya es
martes?
Habrá que
salir a comprar más carne.
No hay comentarios:
Publicar un comentario