A veces sobre
el viento, naufragando invisible donde la brisa
Trozos de
papel, recortes viejos, muñones del diario matutino en la fragancia de concreto
Y a ratos,
montados en esos jirones alados manchados de tinta
Viajan mis
poemas, se los tragan las coladeras, se enredan en los postes o se estampan a
la acera
Algunos días
antes de dejarlos partir, les escribo tu nombre, les doy consuelo antes de
morir
Diciéndoles
que al cruzar la esquina has de leerlos y no es locura mi obcecación
Que el mundo
ama y vive de versos pues la basura que arremolina el viento,
Viento
caliente y corrosivo de ciudad, no son sino versos y cuentos que recorren el
mundo
Acariciándolo
como la lengua que febril recorre la piel de un amante prohibido.
Esto que lees,
desafinada nota que me crece del piano en los dedos
Es nota de
papel que tuve a capturar entre mis manos
Homúnculo de
alas que ruega por volar con Ícaro hacia la muerte
Que no se
conforma con perderse a su suerte por los callejones ruinosos de mi mundo
Buscándote
entre sueños para despertar su tinta temblorosa que pregunta dónde encontrarte
Y voluntariosa
se asoma a mi escritorio para contarle al mundo que te extraño en demasía
Con manos
temblorosas sobre unos ojos llenos de nostalgia cuando te alejas
Y que cada
noche digo tu nombre para que los demonios del insomnio me dejen dormir.
Ya sin poder
soportarlo, entre mis dedos que se queman de inquietud
No queriendo
cargar las palabras en el nudo mojado que se me forma en la garganta
Ten entonces
estas letras, entre tus brazos de consuelo arrópalas
Porque no
hacen sino querer compartir contigo el amor que me fulmina las entrañas
Y yo ya no
hago sino morir de angustia cual eco que se va desvaneciendo a la distancia
Esperando lo recibas en tu corazón al otro lado del abismo.