lunes, 23 de septiembre de 2013

El Sol de Mexicali



Pensaba en la palabra “desenfrenado”
En un arrugado billete de veinte que no hallaba en el bolsillo
Pensaba en que con esta gripe hija de puta no se puede comer helado
Y en el hilo del que pende la vida antes de sumergirse en la muerte

Pensaba en una chica morena, no muy alta, de pechos prominentes
Que quizá habría de voltear la vista y sonreír si uno la miraba el tiempo suficiente
Pensaba en ese aeropuerto donde hacía un año se quedó esperando toda la tarde
Y en el café que hace dos noches le quitó el sueño

Pensó luego en el cumpleaños en que le regalaron una pintura con su nombre
Y la vez que habló por teléfono hasta que se le secó la boca y la oreja se le hinchó
Quizá en aquella almohada bordada que recibió en Navidad y aún guarda en el armario
O en el parque donde terminó empapado por jugar dentro de una fuente

La tarde ya muy entrada trajo consigo un calor húmedo y agobiante
Recordó entonces aquel viento sofocante y muerto de la frontera
Y las largas caminatas donde el cielo no parecía esconderse nunca entre las nubes
Remembró la mano blanca y el brazo aterciopelado que nunca se bronceaba
El cabello negro de agua corriente que moría como una cascada entre sus hombros
Recordar algo más, pensar en otra cosa…
Una cerveza helada agitándose lentamente dentro de un tarro escarchado
Y recordar su risa, los ríos de luz que corren de sus mejillas, el calor ardoroso de su piel
Su pecho ardiente que mordías voraz mientras ella no podía pronunciar palabra

Pensar en algo más, carajo, recordar algo distinto
Recapitular los días en que la lluvia se evapora casi al tocar el suelo
Y nace de ella el fantasma de la humedad, que te recuerda el juego lodoso de las canicas
Recordarla como un sol que te quita la saliva de los labios con sus besos de sal
Pensar que  la ha perdido para siempre y solo la memoria la devuelve a sus brazos
Se dio cuenta de que las lágrimas se le colaban entre las pestañas
Y que solo se preguntaba hasta cuando habría de acabarse el día en la ciudad
¿Hasta cuándo habrá de apagarse el sol de Mexicali?...


lunes, 9 de septiembre de 2013

Te extraño a ti



Siempre te haces extrañar
Y a veces cae de la rama una gota,
O moscas y mosquitos se vienen a parar en mi hombro
Como queriendo decirle algo al agujero que escarban en la piel
Revolotean en el viento millones de partículas de polvo
Y yo no pienso en si mañana será un día lluvioso
O si debo levantarme por un vaso con agua;
Solo la pared sordomuda me devuelve una mirada
Y entonces te extraño mucho…
Pensándote, como si tu memoria estuviese hecha de alcohol
Y la estuviera vertiendo entre mis manos donde te evaporas al instante


Más tarde se apaga el ruido
El ruido aplastante de la urbe, enmudecido un instante
Instante en que un niño deja de caer muerto en la acera
Le salva un semáforo en rojo que parece eterno reloj de arena
y dejan de moverse todas las cosas vivas y muertas
para que nos detengamos en un rincón del tiempo
y yo te ame como siempre quise,
Como te amé cuando tímidamente te sonreí una vez
Profundamente, como el aroma de la tierra húmeda en verano
Como las aves aman el cielo y cantan
Cantan tanto que sin querer terminan volando a mitad del día
y desde que te supe yo estoy cantando silenciosamente

Así,  sin darme cuenta, a mitad de la noche estoy volando
y solo me detuve hoy a mitad del cielo para decírtelo
para gritarte que te extraño todo el tiempo
no vaya a ser que mañana se trague mi casa un rio
o me quede mudo,
que ya no recuerdes mi nombre
o el color se le vaya a mis ojos
y mis manos arrugadas ya no puedan escribirte poemas…