Este es quizá uno de los escritos que mas me han gustado desde el primer día en que me puse a escribir poemas, hace ya mas de 10 años... Es un poema doloroso, que me quería sacar del pecho hace ya algunos meses, esta dedicado a la persona que mas he amado hasta esta fecha, y que ya no quiso seguir a mi lado-
Gracias y espero les guste tanto como yo gusto de este poema que como bien lo dice su nombre, es un absurdo, con una estructura apenas delineada, y mucho subtexto que habla de los tiempos en que vivo particularmente... gracias, nos vemos en la próxima entrada.
Gracias y espero les guste tanto como yo gusto de este poema que como bien lo dice su nombre, es un absurdo, con una estructura apenas delineada, y mucho subtexto que habla de los tiempos en que vivo particularmente... gracias, nos vemos en la próxima entrada.
El poema más absurdo del mundo
I
Profundo,
violento, como un abismo de interminables olas rojas
Clama el
nombre de una mujer, clama el hombre que le ama entre escombros a las tres de
la mañana
Le pide una
palabra, una olvidada y portentosa que en los labios de aquella han
desaparecido
Le clama a mil
vientos que se ha equivocado, que si era posible equivocarse
Errar los
caminos, pararse destrozado a mitad de la nada y caer en abismos de espinas
Calles
obscuras, telarañas ominosas, caer, volver a la tierra, sentir el agua obscura
de un pantano sin nombre
II
Yo no sé cómo
es que a veces corre
Hacia atrás, y
se detiene en esta ventana, que asoma a este tiempo
Donde echa una
piedra en este abismo, y me siento querido
Y me siento
envuelto en ese otro mundo
En ese mundo
terrible y nostálgico lleno de relámpagos
Donde todo era
injusto y las bocas se abrían solo para reír a carcajadas hipócritas
De ese mundo
en que los ignorados, los monstruos perversos de tierras ruinosas
Le
pertenecíamos a la superficie, y amábamos, y queríamos a perpetuidad, con
palabras dulces
Y las letras
servían de pretexto para no estar solos
Como excusa
para sabernos libres, perfectos como toda la creación, y partidos por la mitad
Destinados a
encontrarnos con la otra parte, como si hubiésemos nacido hombres
Con corazón, vísceras
y lágrimas propias
Yo no sé de dónde
viene el tiempo, donde nace, porque se alborota a ratos
Que a veces no
sé si corre, vuela, nos consume, o nos obliga a viajar en su vientre maternal
Porque le
sueño, le veo en las paredes, dibujada en los perfumes, clara y transparente
Entre la gente
que no conozco, en los latidos de los corazones ajenos
En los aromas
violentos del café recién hecho, en mi juventud que casi no recuerdo
Colgada de
aquel dintel de la puerta, entre mis cabellos que alborota con las manos
Subiendo por
mi piel como caricia, bajando de mis ojos como lagrimas
Evaporándose
en la lluvia de los charcos, dolorosa en los rayos de sol
Ausente en
esta silla, “distante y dolorosa, como si
hubieras muerto”
Vaga y
compleja a ratos, en el sabor del chocolate recién hecho o en la amargura de mi
saliva
Columpiándose
a mi lado cuando soy niño, compartiendo un helado
Contemplándome
desde el otro lado de la parada de autobús cuando soy un anciano cascarrabias
Riendo de mi
cuando no aprendo la lección de geometría
O mirándome
desde el hombro a esta hora de la madrugada mientras envío estos versos
Tiempo
caprichoso, infantil, tortuoso, cruento, en que no puedo alejarme de su figura
inevitable
III
Yo le miro,
desde esta distancia tremenda
Desde el lugar
en que el tiempo choca con su sombra y se funde en ella
Y donde el
viaje no termina
Donde las
despedidas cortas y constantes
Devuelven al
otro día en viajes interminables
Aventuras
incesantes de templos orientales, palmeras, parques donde aparecen arboles
Tremendos
vientos que azotan mis ojos y les sacan centenares de lágrimas
Poesías
desatadas al oído, temblorosos océanos en que ella vibra por oírlas
En que me
abraza una vez más, y no me suelta ni ante la lepra que invade mi piel
Calurosos
desiertos, tormentas de sol donde le miro de nuevo, en este viaje
Azotado por un
calor inmenso en el alma, y en la boca la sequedad de la muerte
De vivir
incompleto sin los labios de Dios que es su nombre cuando ama
De no vivir
sin su voz, sin palabras de aliento que me colocan piernas invisibles sobre el
tronco
De no saberle
mi noche, de no llamarla mi luna
La luna de un
poeta que soy el día de hoy, de uno sin nombre ni luz
De uno sin
voz, desgraciado infeliz, bastardo de todos los tiempos
Aquel siempre
dispuesto a regresar a cada época por ella
De cambiar de
nombre, trovador, bohemio, loco, soñador
De no perder
la esperanza, ni dejar de luchar por las madrugadas
Insistente quimera,
capaz de amar, perder, adolecer de ella, mujer que todos los nombres lleva
Silencio,
musa, amor, esperanza, contento, consuelo, fe, meta, gema, locura, desgracia,
triunfo, ángel, demonio, metástasis, metamorfosis, bien morir.
Felicidad de
risueños colores
Infantil
mirada, ojos que no encuentran el descontento en estas ni en ningunas letras
En ningún
camino y bajo ninguna circunstancia,
Corazones
hechos con la mano
Sonrisas de
incredulidad, manos que no tocan nada sino el aire
Recuerdos de
olvidados tiempos en que el amor no tenía calor ni forma
En que dolían
las noches pero las lagrimas surgían de felicidad en el cristal
Reconfortantes
palabras, tontas, miserables hoy en día
Su nombre
junto al de un desconocido que soy yo, en cientos de fotos
De imágenes, dibujos
De épocas
insensatas en que la tinta era una caricia, ajena a este nuevo mundo
Este mundo
hermoso para los que quieren, para los que sienten y se regocijan de ser
jóvenes
Este mundo
bello en que se puede reír y amar, jugar, mojarte los pies, enfermar de amor
Glorioso y
sensato en donde los dementes y los parias han sido exiliados a las letras
A surcar
abismos indecibles donde describen el cielo, y dibujan el viento con uñas
largas y sucias
Esta tierra
justa en que el sol sale cada día y da brillo a sus cabellos perfectos
Donde una mano
le acaricia, y donde cientos de manos no dejaran jamás que caiga a este abismo
IV
Rostros, mitad
de ojos, espaldas, labios
Conjuntos de
rompecabezas difusos, sin título ni estructura
Se van armando
pedazos de alguien, de una mentira cruel, desconocida
Es su rostro, su
rostro del que hablan los cuentos, las novelas
Del que poetas
inútiles, bestias de letras inconclusas como yo
Hemos de
escribir siempre, de decirle lo mucho que hay en su cara, la medida en que
llena el alma
La mirada, y
las pausas de si, los ecos, la piel suave y juvenil
Los besos,
aquellos que pocos le hemos dado, la experiencia maravillosa de su vid
De su aliento
inmortal, el perfume cruel y suave, boca de pétalo, capullo.
La rosa, fresa
silvestre de sus mejillas, labios en todo el cuerpo donde corresponden los
besos
Otros besos,
los demás, besos que no son los anteriores, besos que no le he dado yo
Besos del amor
de su vida, del amor profundo y discreto que ha de encontrar en el camino
Hojas de miel
que describen dedos, miradas que sus piernas y su sexo le entregan al alba
Vidrio
cortado, terciopelo, texturas indescriptibles en los dedos de su pie perfecto
Y de sus
muslos que besa el que merece amar, la azucena hermosa que miran sus pupilas
V
Musa de todas
las edades
Origen de
todos los males
Sonrisa, ganas
de no dejarme ir hace varios eones
Promesas de
tiempos distantes a la fecha de mi muerte
A mi
enfermedad hepática y lacerante, purulentas yagas del amor no obtenido
Callos, manos
hechas de hueso, dedos que no tocan sus mejillas de algodón
Vidas
distantes, infinitamente replicadas de un romance que la conciencia me condena
a renombrar una y otra vez, sin ser ciertas
Estrellas que
nadie observa sino yo, en la noche nombrándolas en su honor
Pasos que doy
lentamente alejándome del lugar de esta locura
Angustiosos
momentos en que usted por fin lee, observa, aparta indiferente el rostro
Millones de
sucesos que en este ataúd concluyen lastimosamente
Felicidad como
un cascabel en la serpiente de mi corazón
Serpiente
viciosa que se devora a si misma cientos de veces sin rumbo
Poema absurdo
que nada dice y en nada termina
Como mi vida
que le he entregado en el sinsentido de esta depresión sin salida
Como mi amor
que le he obsequiado en el abismo antes descrito
En este donde
puede mirarme con las manos estiradas y los ojos mudos
En la boca del
tornado en que le digo por última vez
Que la amo
profundamente como nadie le ha de amar en esta vida sin animales
Sin esfinges
de extrañas cabezas, peones del ejército de mi locura
Que la amo sin
tiempo, sin declive, enlutado a nunca olvidarle
En este sin
sabor en que usted ha dejado de leer y yo de escribir líneas arriba
Y estos versos
profanos que se han escrito por obra del diablo en que no creo
Que terminan por
fin, por obra de Dios en quien ya no tengo fe
Pues usted me
lo ha robado, embarrado entre sus manos, cayendo cual gota
De la cuenca
de sus ojos que ya jamás he de ver.