lunes, 10 de septiembre de 2012

Dichoso el hombre perfecto...



Dichoso el hombre perfecto, dichoso porque ha de tocar con sus manos dulcísimas las comisuras de tus labios y con su lengua tu corazón

Santificado sea su nombre en tu boca y bendito sea el fruto de su amor en tu vientre como en su espalda

Gozoso aquel que tenga el valor para entregarte su vida, para perderse en el estruendo de tu risa que no deja de retumbar en las paredes vacías.

Aquel que te ama como yo no he sabido, que se pasa más noches que yo, enfermo de amor, desvelado, pensando que en algún sueño recuerdas la voz de ese quien se desvive por ti

Bendito si es a tu vida el pan de cada día, si arañándose el cuerpo se dejan caer en las suculentas garras de la tentación, libres de todo mal, ahora y en la hora de su muerte.

Amado, celosamente guardado en los brazos tuyos, tú que llena eres de gracia, bendito aquel, pues de entre todas las mujeres se ha encontrado contigo…

Humilde aquel que ha perdido al amor de su vida, no lo dejes caer en la tentación de salir a buscarte, perdona las ofensas que comete entre estas líneas como también él se ha perdonado por no ser de quien hablan estos versos, amen.






(Este poema lo escribí ya hace un par de años, me gusta mucho el modo en que logré estructurarlo, y espero que ustedes también lo disfruten)

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