Dicen que se ha de hacer justicia
que el pesado fardo de quererte con afán loco y necio
un día me será removido de los ojos y extirpado del vientre
sin dolor
que del corazón agitado me brotará a chorros la soledad
Que es justo y necesario que tu me ames
que tras el esfuerzo de escribirte versos
de decirte en mil voces que tu ser silencioso y delgado ha
inundado mi alma
tus brazos habrían de invadir mi espalda y tus labios de
quemar mi rostro
y conquistar las ruinas agrietadas de mi boca
Que es menester mi voz carrasposa, la tinta de mis letras
mediocres
el incorregible y apático que soy yo; que viva en tu mente y
tu razón
que no has de olvidarme, y en tus anhelos me sientas
distinto
cual poeta de ti, musa, cual tu luciérnaga y yo fuego
destinados a encontrarnos una noche
y arder junto a la vida de estos cuerpos.
¿Qué es justicia? ¿Que son esas estúpidas pretensiones que
no han de ser jamás?
a la orilla de una mesa, te escribo estas letras a solas,
no me besas o abrazas, ni te envuelves en mi pecho como un
latido
no vivo en tu mente, y el eco de mi voz no acaricia tus oídos
ni ves a tu lado mi sombra cuando estas palabras tocan a la
puerta de tu iris
el viento de la indiferencia me arrulla una vez más el
sentimiento
y no eres musa, y mis manos no acarician sino el viento de
media tarde con el cuchillo en mi dedo
y nadie ha de detener el mundo para que yo te pueda seguir
mirando
no ardemos juntos...
pero a las tres de la tarde un vaso de whisky me quema las
entrañas
justicia, justicia poética.
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